por supuesto, hay gente que es feliz
en el invierno,
que tu vista mejora aunque se vaya la luz,
aunque uno haya dejado de citarse,
de ensayar ante el espejo, frente a los demás
gente que en los meses de enero y de febrero
no pierde su norte,su capacidad de supeditarse,
de combatir las intromisiones del mundo
y las presuntas
condiciones mensurables, pronosticables
de la temporada
gente que, sin padecer de alergias,
en el invierno no echa de menos el polen de las flores,
ni el espectáculo cívico, público
o las exhibiciones, insinuaciones
en vivo y en directo de los cuerpos escultóricos,
femeninos
gente que en los meses de enero y de febrero
ni fu ni fa,
no sabe de ponerse triste, de ganar o perder de peso,
ni de mirar con desconfianza y no con buenos ojos
lo que algunos de nosotros trata de ignorar,
de no continuar maldiciendo
gente joven y no tan vieja que habla nuestro idioma,
que de cuando en cuando también
comparte con nosotros no sólo un café,
no sólo una copa de vino
sino nuestra querencia, nuestra preocupación
gente que, desde luego, no es culpable,
pero que tampoco se hace responsable
hay gente de susodicha índole entre nosotros
según las encuestas, el departamento de estadísticas,
el número adecuado para la nación
y el tiempo en el que vivimos
según los eugenistas, los sondeadores
de opinión pública
c. a. campos, 2011
