Monday, July 29, 2013
indigestión
hablo del mando a distancia y de la copa,
de la puerta y del móvil,
de los libros y las fracturas, perdón las facturas
de la música y la ventana, las caricaturas,
de la corta duración
de lo nuevo, de las ganas, de la satisfacción
discurro en privado y en paños menores
de los espejos, los relojes,
de lo más concreto y lo más obsceno
del abismo, lencería, onanismo,
de pasos en falso a emular o de vacunas
contra peros, contra sueños o descubrimientos
discurso sin pelos en la lengua de lo inoperable,
de los dedos que me majo,
de la saliva que se traga, que me escupe
c. a. campos, 2013
Friday, July 26, 2013
the ball is your friend
my son plays soccer & i worry.
out on the pitch, he doesn't embarrass himself & i worry.
from his team, he's one of the better players,
nonetheless you still find me on the sidelines, pacing back & forth,
biting my tongue, my nails.
i always do, it's my job. it's what i'm good at (a shameful consolation).
he's a better player than i would have ever been.
he runs like the wind & he's generous, courageous.
a good touch, a good pass, in his eyes, is as good as a goal.
& i didn't teach him that. neat stuff coming from an eight year old.
he's a better human being than i was, than in my less awkward moments i have been.
still, anxiety, worrying gets to me. which tells me
i've undeveloped coping mechanisms, i should be on meds,
i'm a poor parent.
no secret, though, that despite my tough or weird love (weird science)
my son's turning out to be better than me, & i'm relieved—
i've enough remorse on my plate.
with an attitude of the ball is your friend, he keeps brushing off my inadequacies
the way he brushes off defenders, defeats—
not a bad soccer/life skill to develop, to promote.
aside from heartburn, frustration, & getting me into trouble with the coach,
joy is something he's been providing me with
ever since he picked up a soccer ball, & i need to let him know that,
the joy part;
he already knows the nagging part too well.
c. a. campos, 2013
connoisseur
la cocina de la vida es comestible.
nutre aunque a veces nos sabe a remedio, a veneno,
aunque a veces al cocinero se le va la mano
con la sal, el azúcar, la pimienta,
aunque a veces su comida se nos sirve cruda o quemada,
sin vino ni cerveza.
es buena para la salud, según las encuestas,
aunque ésta carece de frescura, variedad,
aunque a veces no tenemos hambre
o queremos disfrutar de otro manjar.
su cocina (casi escribo cochina)
se considera casera, desde luego, pero no es barata
y muchas veces para entrar y que se nos atienda
debemos hacer fila, tener reservaciones.
en su sinnúmero de mesones o tabernas,
no valen la locura ni la cordura ni la literatura,
menos los favores, los fervores,
menos nuestra labia, las promesas de propina.
lo de usted, lo del vecino y yo
es abrir la boca y masticar,
sonreír o disimular, y pagar. en efectivo.
c. a. campos, 2013
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