para despistar, digamos que me he vuelto
inquilino de mí mismo
y que me cuesta aceptar, rechazar
que de cuando en cuando me quito los ojos
de encima, el signo de interrogación,
y me gasto o me derrocho una broma
digamos que, rodeado de gente que no es
la más indicada,
yo, no obstante, resulto el menos indicado
que todo conmigo depende de un hilo,
y que, dándolo por sentado,
mi lugar es el no tener ningún lugar
digamos que aparte de dolor
se necesita suficiente dinero
para morir en paz
que en la copa es donde el vino
se siente mejor,
donde menos se arrepiente
digamos que con mi experiencia,
mi tristeza,
solamente puedo hacer felices a los niños
y que me he quedado callado,
ensimismado ante el pronombre,
ante el solo de la palabra
que ha puesto a bailar al silencio,
al misterio,
al lector que genera mi condición
digamos que es sobrio el emborracharse,
el considerar lo que estoy considerando
(un secreto)
y que tengo que mandar a la porra
al pasado, al futuro
y ponerme al día
digamos que sufro porque hago sufrir,
porque no quieren
vivir sin mi persona
que aritmética yo estoy haciendo
con los dedos de los pies
y no alcanzo o no me alcanza
digamos que no estoy de acuerdo,
que no me parece bien
c. a. campos, 2010