cuando llegas al fondo,
al dulce del café,
al corte de la falda, de la palabra a falta de aire, de lengua y de saliva
cuando bebes a morro de la lluvia, de los labios vaginales,
de la botella que ha sabido asumir su papel, hacer acto de presencia
cuando te agarras de los moños,
te arrodillas o te pones de cuclillas y metes la mano en la taza,
en el crucigrama a resolver de la verdad, de la fidelidad, infidelidad
o de lo que no se lleva bien con la felicidad
cuando apuras el trago y haces del vacío un paracaídas,
otra chichigua que no puede con su alicaída,
cuando no vas ni se te espera y —como juega el niño con la mosca
que aplasta, que estudia minuciosamente,
tú el tiempo acribillas con el verbo ir, con el infinitivo, el vivir
cuando la escuchas, las cuarenta te cantas a solas o en compañía,
cómo ella, por igual, te incomoda, se te incorpora,
cómo ella ocasiona en ti otra alérgica reacción,
otro bravo, otra inusual ovación
c. a. campos, 2012
muy bueno...
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