y los días con sus días continúan existiendo,
continúan insistiendo con la lluvia, con la niebla,
con sus mañanas o sus precoces prólogos
a dos manos prometiendo, comprometiéndose,
dándonos la lata con sus epílogos de más,
con su campaña o sus noches
ora desabridas, ora empalagadas o saladas,
continúan con cara de yo no fui
desentendiéndose, saliéndose con la suya,
viviendo de prestado y del cuento, de pepito,
aprovechándose ya de nuestra lozanía,
ya de nuestra melancolía,
ya de la confianza, ya de la desesperanza,
continúan tintinando, bostezando
y, como quien no quiere la cosa,
tomándonos el pelo con su actuación,
con desenvoltura,
con su plan en pos de la perpetuación
c. a. campos, 2013
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